♂) El rostro de Marte
En su mano un arma blanca o de otro color —prueben un cuchillo, un cincel, una navaja, un puñal o un bisturí.
Floración del acero al cabo de las falanges
que artiga la tierra virgen,
con paso firme cruzas
el imposible limen del incendio,
y te adentras
—huestes a tus espaldas con el corazón (♥) en llamas—
en las comarcas sembradas de piedras palpitantes
donde crece la pólvora —bramante orquídea.
Se oye a lo lejos el redoble de los cascos,
los himnos castrenses, el bel canto de la Conquista.
Rojo que rojo sangre
es la huella de la quemadura
y las proezas amatorias son al rojo vivo
lo que la luna a la plata.
Veda siempre traspasada, umbral en vía de pisoteo.
Carmesí que así pinta en la piel de la vida
el corte limpio que dejan las cirugías.
Porfiria de encaje
para adornar los órganos más cruentos.
Bermejo que en bermeja sanguina
se deletrean los innumerables nombres de tu solio.
Mariscal de las fiebres
enamorado de los himnos de guerra,
un sorbo de adrenalina es tu bebedizo predilecto.
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Triplicidad cardinal
Placenta del ser que pisa el agua y deja allí semillas de ola Florecerán aunque sean especies caníbales:
aquí todo prende, brota como ojos en primavera
G±°þ
Su cara, esculpida en el frontispicio de las muchedumbres, escribe la primera letra del dictamen. Se lanza como los rayos del sol, cruzando años luz de nada; es mortero de la mano florecida de arcilla, un alfiler fija su corazón en el fanal delantero papando ideas, salgando los bueyes del hacer.
G±°þ
Se harán a la mar, a la tierra firme, al fuego, a los aires, popa que empujan los ángeles del movimiento.
G±°þ
De la sámara al árbol del embrión de astro
a la ronda de luces de una galaxia del almirez a la torre que como girasol petrificado busca la luz del cielo
G±°þ
Labios incircuncisos tal vez,
pero ¿quién necesita labia
cuando la mano es espátula,
y el pie, yunque de plumas?
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Elemento Aire
Delante del espejo,
ninguna imagen arroja el aire.
Invisible, sólo mira el tímpano
su suave mugir de elemento.
Lo detecta la piel (satín que el cuerpo
fabrica desde su rueca de ADN
cuando siente su roce de animal silencioso).
Habita, del blanco andamio de los huesos,
el peldaño más alto, el occipital, el parietal,
el solar donde germinan con brío
las ideas, los juicios, las matemáticas
y la visión ►claridad encarnada◄
menos que turbia del futuro.
Se deshace en ángulos, en fórmulas,
en puntos de mira y perspectivas.
Ama lo distante como el ciervo su querencia,
su verde remanso en el claro de bosque
a la sombra de los abetos centenarios.
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Estay entre personas en la gran nasa donde se pescan los pensamientos
Fanal de cálculos posibilidades de aldabas de como si de lazos de cota
pulpa de intercambios sinapsis redes urdimbre
parietales
tocándose aluzados
y vuelcos de las alturas en los bajos moldes
h
Rebaño de linces, de zorros,
de seres transfigurados
por el báculo de la razón.
Pasa la antorcha sin necesidad
de tocar la mano de su relevo
(los jugos del corazón ♥ podrían salpicarlo).
Las más hialinas partes, el “hubiera”
aún en estadio fetal, la vendimia
y el talento para apagar suavemente
los dulces órganos de la ternura
y prender los del pergamino,
del acertijo y del sudoku resuelto,
de la página en blanco,
del cerebro en rojo.
○○○ Monedas tintineantes del trueque milenario que pasa de palma en palma siempre zurda, y pensamientos ordenados como en un cajón donde se guarda la lencería ○○○