☾) El rostro de la Luna

Nómada de las negruras,

reina de las vertientes poco alumbradas

donde germinan los sueños y brotan

las yemas de la memoria,

tu cara de oblea nacarada

oculta los órganos de más abajo;

estriga y madona, madre y moira oculta

en los laberintos (₪₪₪) umbrosos de los órganos vitales,

sabes todo de la geografía de las nubes

►corceles de espuma que galopan en su órbita◄

porque tu oficio es el pálpito, las mudanzas del agua.

*

Dama del estómago y de los senos,

tú que sobre cuerdas ficticias intentas

el difícil equilibrio de los líquidos

danos hoy nuestro pan de ese día.

φφφφφφφφφφφφφφ

Maga de la digestión y de las secreciones glandulares —también ensartas como cuentas de abalorio el ojo izquierdo del hombre, el ojo derecho de la mujer—, eres tú experta en fluctuaciones y reflejos —por eso le prestas tu nombre al vidriado azogue de los espejos— y coleccionas en la mullida tela de tus tejidos blandos todo lo que riges: muebles, escobas, plumeros, cazuelas, cunas y óvulos, a no ser árboles de donde penden como hojas los rostros de los antepasados.

Odre,

receptáculo,

experta en altibajos y costumbres heredadas, en los vaivenes de la marea,

guardas el alma a salvo para las temporadas del corazón ♥.

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Elemento Tierra   

De los cuatro elementos,

el que funge no de dios en vía de transfiguración,

ni de chispa que insemina,

ni de ola que rompe a la orilla del mar,

sino el que hace de albañil.

    

Él que en mano guarda terrizos recetarios con la exacta proporción de cal, cemento, arena y kaolín para levantar la obra negra de la vida:

el globo terráqueo, los objetos indisolubles

•••una mesa, un buril, una pared, las cuentas

de cristal de roca en un rosario, un ábaco•••,

los seres que viven donde contundente

priva la mirada, donde todos tienen un norte,

un oeste, un este y un sur de frontera,

mampara de esmalte sólidamente plantada

en los rieles del mundo conocido      .

*

La tierra rinde culto al dios de las lápidas y las estatuas, el que, bozal puesto, cuenta y recuenta

                                   lo debido,

                                   lo correcto

                                   los materiales con que se construyeron

                                   catedrales y fortificaciones

                                   el bronce con que se fundieron estatuas.

(¿Qué sería el mundo sin próceres, sin tímpanos y naves y ábsides, sin una

lápida o puñados de tierra para cubrir a los muertos?)



Enamórate de la invencible greda de lo visto y tocado; dedícate, paciente, a

solidificar los mares, apuntalar lo incierto, lo que la Luna destruiría a cada

perigeo si no la detuvieran aquellas manos de plomo.

            

Ladrillos, alquitrán, pasos de huellas indelebles,

aquí los monzones no se vierten en la seda

sino que la piedra misma sobre toda cosa

instaura su tiranía de granito.

Sabe la tierra que la paloma del mago

estaba en su manga, que los fuegos fatuos

son producto de la combustión del metano

en contacto con el bióxido de carbono,

y no son las almas en pena de los muertos

o diablillos que rondan los cementerios.                                                                 

                                  

                                               

           

            El tiempo labra                    con cincel de obsidiana

el esqueleto de las cosas                                       El contorno esperado se dibuja

fiel a la memoria            duro en la floración de los recuerdos

■■■ El hombre no es criatura de mar  —así los peces—; tampoco de aire —así las aves—; mucho menos del fuego —así las ascuas y las salamandras, los soles (☼☼☼) y su séquito de Lunas: el hombre es criatura de tierra firme, poso en el fondo de sí mismo■■■

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La luz de Aries    (+) ^

Madrinazgo de la sangre en su más líquida vuelta, con la savia del rojo madero enhiesto en las venas, Aries pisa por vez primera los países desterrados de los mapas.

El corazón ♥ a media asta, no, su pulpa alzada hasta la punta del sol ☼. Y la nave va, su velamen nunca hecho guiñapos. Chasquean sus velas prendidas con alfileres de acero a la piel del mástil. Dobla el costillar del aparato de descubrimiento unos cabos rocosos que sólo han visto rebaños de nubes, el ajuar de las estrellas, la pupila de las aves de presa, la silente mirada del oleaje.

(La tramoya inmóvil de los roquedales lo espera,

y la tierra blanda de la mies que sólo germina al contacto.

Con mano firme el guerrero nunca aguarda, dice y

encorsetada la hoz de sus pasos en forma de rastrillo).

Pliega, traza, tuerce y endereza los senderos deltaicos del destino

―ésos que la cáscara virgen de la Tierra recibe con hierro de marcar―

y en la negra enramada del futuro, Aries dibuja al tajo suave de la luz,

en la impecable blancura de la página virgen lo aún no hecho por nadie.

Ícaro de buena alzada a la altura del cielo,

de sus huestes deshuesa el corazón —♥—

para volverlo a fundir con las alas del fuego. 

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Semblanza del Ascendente

Lugar donde el Sol se levanta

sobre el lago invisible de la eclíptica

/ Hiladura apretada del bozal, de la capucha, de la máscara hialina sobre el roquedal semilíquido del rostro. Reconocimiento facial, se llama la nueva técnica.

Lo que mostramos, lo que ofrecemos

como fruta madura en la palma abierta.

La ofrenda del uno al ser de ellos.

fffffffffff

Espejo cuyo azogue refleja no lo de en frente, lo que ahí asoma, sino lo de atrás, lo que el yo esculpe desde su meollo, sillar adiamantado irradiando sus caretas.

■■■ La personae trama y destrama sus facciones de trigo candeal, tela candeal, mortaja de vivos para diario aparentar (pedrería en lugar de ojos; cierre relámpago en vez de boca; embudos filiformes y sinuosos a guisa de oídos), camaleón invertido que en lugar de beber en su piel el verde ambiente, el dibujo de la piedra donde descansa, los visos irisados del agua donde mira su reflejo, hace que todo a su derredor se vuelva escama. ■■■

fffffffffff

Minutero de las horas, del tiempo sideral, el ascendente es el ósculo por donde uno es mirado por los demás (visillo de cuerpo completo).

Claraboya del mundo                      que agujera el sueño inicial

                        clara mampostería                 entre uno y los demás

Criba de los primeros años        

                        Colada del molde donde Dios vacía la arcilla del cuerpo                 fachada del alma                 petrificada en la apariencia